THE WORD FOR THE BLOG IS SCIENTIFICTION

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viernes, 23 de mayo de 2014

The Explorer, the James Smythe


Hace mucho, mucho tiempo, me dio por preguntarme sobre qué temas podía tratar el género de ciencia ficción. Recuerdo que incluso escribí una carta a la revista Gigamesh, acompañada de una propuesta de definición: mi conclusión era que los únicos límites del género eran los de la ciencia, mientras que la ficción de por sí no tenía límites. Si mal no recuerdo, la cuestión proseguía sobre lo que se podía considerar ciencia o no, pero esto ya queda fuera de esta reseña.

Supongo que hoy en día el debate de las definiciones del género ha pasado a un segundo plano. Por mi parte, desde una perspectiva actual uno ve las cosas de un punto de vista bastante más pragmático y mi propuesta queda como una anodinísima aportación al cajón donde se guardan todos los intentos de definición que no van a ninguna parte.

El caso es que la lectura de esta novela y posterior reflexión me la ha recordado; sobre todo en cuanto a la segunda mitad, es decir, la libertad absoluta del autor para desarrollar su obra.


The Explorer(s)

 La ambición me lleva no sólo a donde ningún hombre ha ido antes,
 sino a donde creo que es imposible que un hombre vaya.

La cita es de James Cook, considerado uno de los grandes exploradores de todos los tiempos. Con ella el autor abre la novela. Smythe menciona éste y otros pioneros y nos recuerda que frecuentemente pagaron un alto precio; basta hojear los libros de historia para ver que muchos fracasaron o perdieron la vida (como el mismo Cook), o ambas cosas a la vez. Por descontado tiene que ver con esta obra, pero de una manera muy diferente a la que podáis pensar. Es una manera de empezar la novela, y de empezar esta reseña también.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Ian Sales: el gusto por el hardware

 

Wunderwaffe y los relatos de The Apollo Quartet


 
La primera vez que oí hablar de Ian Sales fue a través del blog de Leticia y la verdad es que, además del comentario favorable de la bloguera, me intrigaron los temas tratados por el autor.

Voy a contaros un poco sobre los relatos de Ian Sales, Wunderwaffe y las tres partes publicadas de The Apollo Quartet (sin spoilers).

Sales ambienta sus relatos en una época que los más jóvenes definirán como la prehistoria, es decir, antes de Internet. A excepción de Wunderwaffe, situado en la II Guerra Mundial, los demás se centran, más o menos, en el período comprendido entre la posguerra y principios de los ochenta. Una época que a nivel global está marcada por el enfrentamiento de las dos superpotencias y la carrera armamentística que lo acompaña, la cual a su vez produce impresionantes logros tecnológicos (como el embrión de la misma Internet, vía DARPA) y que a nivel de ficción que nos ha proporcionado una infinidad de argumentos, por ejemplo las historias de espías.

sábado, 8 de febrero de 2014

Solaris, de Stanislaw Lem

Mientras escribo estas líneas me doy cuenta de que no es fácil reseñar esta novela. En doscientas y pico páginas resulta ser en algunos aspectos tan inconmensurable como el planeta que le da nombre.

A sabiendas que de este libro ya se ha hablado mucho, aquí querría comentar mi experiencia lectora, la cual ha sido un poco accidentada, todo hay que decirlo, por razones que comento al final.

En fin, no está de más recordar los grandes clásicos. Que vaya por delante que una reseña de pocas páginas como esta está condenada a ser superficial.


El océano Solaris

Solaris es un océano. Desde las grandes ventanas de la base que levita magnéticamente a 400 metros de la superficie se puede observar el perpetuo movimiento de sus olas, bañadas por los espectros cambiantes de dos estrellas. Solaris al igual que el océano es infinito, misterioso, impredecible e incluso traicionero.

domingo, 6 de enero de 2013

Presentación


No tengo un proyecto, ni tampoco unos objetivos claros. Ni tan solo tengo un nombre. Solo sé que me apasiona el género fantástico, especialmente la ciencia ficción. Por lo tanto me gustaría compartir con vosotros/as cosas referentes a este género, literatura y cine principalmente.

Hace un tiempo comentaba con Miquel, conocido como @Qdony en los ambientes tuiteros y regentador del excelente blog La biblioteca de Ilium, que cuando uno termina un libro es deseable llevar a cabo una labor de reflexión escrita. Se trata de un ejercicio que te da una cierta perspectiva y te ayuda a poner en orden tus impresiones sobre la obra leída. Personalmente en las ocasiones que lo he hecho ha valido la pena. El caso es que me preguntó ¿Por qué no compartirlo?


Por otra parte, si he disfrutado, si me he enriquecido con la lectura de un libro o el visionado de una película, bien se merece esta reflexión publicada, a mi entender a modo agradecimiento. Además, considero que también estoy en deuda con el prójimo; esto es, con las redes sociales. No estará de más que devuelva algo de lo recibido.

Debo confesaros que tengo bastantes reservas, relativas en parte al nivel que uno observa en otros blogs de temática afín, dudas sobre la lengua que voy a emplear (mayoritariamente el castellano, creo) o sobre si seré capaz de mantener una cierta periodicidad... Pero no quiero agobiaros con mis cavilaciones. Simplemente, mis disculpas por los errores que podáis encontrar en este blog, el cual anticipo que estará “en construcción” al menos durante algún tiempo. Seguramente aquí encontraréis expresiones incorrectas e incluso alguna falta; y también alguna catalanada de vez en cuando pues esta es mi lengua materna. Lo único que puedo decir es que procuro mejorar.

Por coherencia no me veo cualificado para hacer una crítica literaria, por más truño que sea la obra a comentar. Sin embargo me considero un buen aficionado y creo que mi opinión sí que es válida. Por tanto lo que vais a leer serán mis impresiones sobre determinada obra; esto sí, impresiones críticas si llega el caso. El día que escriba mi propio truño algo que considere decente quizás entonces me convierta en un crítico implacable pero lo dudo, simplemente no es mi estilo.

En fin, que no puedo decir a donde me llevará este blog, ni tan solo si me llevará a alguna parte. Escribo por que siento ganas de hacerlo. Y lo que es más importante, citando a Henry Mintzberg: Escribo en primer lugar para mi mismo, así es como aprendo. Esta regla de oro sigue siendo válida aquí. Más si cabe cuando lo voy a compartir con vosotros.

Casi se me olvida. Por descontado estaré muy agradecido por vuestros comentarios, sugerencias, críticas o lo que os venga en gana aportar.

En fin, como dice una persona muy querida: Listos o no, ¡Allá voy!