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martes, 9 de febrero de 2016

Flash Gordon, de Alex Raymond

Machistas, arrogantes, racistas, maniqueos, militaristas; sobran epítetos para definir los cómics originales de Flash Gordon, escritos y dibujados en los años treinta y principios de los cuarenta del siglo pasado… pero también puedo afirmar que he disfrutado con la lectura de la obra de Alex Raymond.

Utilizando una expresión de moda: ¿Placer culpable? Entiendo que no tiene por qué. No voy a extenderme aquí, existen buenas reseñas como las que podéis consultar al final de esta entrada, simplemente comentar en una pincelada la lectura de este clásico, que por cierto es uno de los inspiradores directos de la renacida saga Star Wars, como bien dijo en su momento el venerado (y ahora un poco vapuleado) San Lucas.

El cómic es una space opera en el sentido primigenio del término. Digamos que relatos como estos la inventaron, algunos en formato novela como las aventuras de John Carter en Marte, de Edgar Rice Burroughs (sin duda una importante fuente de inspiración de la obra aquí tratada) y otros en formato cómic y en serial cinematográfico, como Flash Gordon.

Recordemos que la historia de Flash Gordon nace como una tira diaria de periódico. Se trataba de un encargo a un joven Alex Raymond, para competir con otra historieta de la competencia que seguro que también os suena: se llamaba Buck Rogers. En principio se trataba de breves historias auto conclusivas, que leídas de un tirón bien pronto se revela una pauta simple y repetitiva: Descubrimiento de reino desconocido/Flash salva chica de monstruo/Flash lucha contra ejército de Ming/ y por último Flash siempre, siempre vence. Y vuelta a empezar. No es de extrañar el Flash, I love you! del conocido tema del grupo Queen.

Porque, como es sabido, Flash Gordon ha sido adaptado en diversas ocasiones a la gran pantalla: primero, en seriales cinematográficos, que también se ofrecían por entregas semanales como aperitivo a un largometraje posterior. Los DVDs corren por casa: me refiero a la etapa de Larry Buster Crabbe: tiene su gracia visionarlos, aunque se repiten tanto o más que el cómic. Y como sabéis también existe la adaptación al cine de 1980, aprovechando el tirón cienciaficcionero de la propia Star Wars; y además de una serie de dibujos animados, y hace unos pocos años también una serie con actores adolescentes reales que al parecer pasó con bastante más pena que gloria. Pues mira, me acabo de enterar que uno de mis directores favoritos, Matthew Vaughn (Stardust, Kingsman) está en negociaciones para dirigir una nueva adaptación cinematográfica del personaje. Yo no sé vosotros, a mí me encantaría ver esta nueva versión las aventuras de nuestro héroe.

Y bien, como comentaba antes, en sus aventuras Flash Gordon conocerá aliados, doblegará enemigos, liberará pueblos y enamorará a reinas guapísimas (si bien, a pesar de todas las argucias para seducirlo siempre se mantendrá castamente fiel a su amada Dale Arden), y se enfrentará a su archienemigo Ming el Amarillo el Despiadado, el supremo dictador del planeta Mongo. En sus aventuras le acompañarán la mencionada Dale Arden, en la mayoría de casos encorsetada en su papel de chica florero, y su fiel amigo, el Profesor Zarkov, el científico-arréglalo-todo (los mamporros y los amoríos son exclusivos de Flash).

Un inciso, sobre los personajes femeninos: el papel fuerte es para las voluptuosas reinas que lideran los pueblos guerreros del planeta Mongo, aunque todas caen rendidas a los pies de Flash, deseando convertir a nuestro héroe en consorte. Incluso la propia hija del malvado Ming cae en sus brazos.

Sobre el aspecto narrativo y artístico, a lo largo de la lectura, que en la edición de editorial Planeta se divide en dos tomos: 1934-1939 y 1939-1945 (en realidad Alex Raymond abandonó el cómic en 1944 para alistarse a los Marines, en plena II Guerra Mundial), se puede observar una clara evolución en el dibujo hacia la estética que ha perdurado e influido hasta la actualidad; y algo menos en los guiones, con algunos arcos argumentales prolongados (repitiendo, eso sí el esquema antes mencionado). Por ejemplo -modo nostálgico ON por haberla leído en mi infancia- me ha encantado la etapa del reino de Frigia, en la que durante unas cuantas páginas se enfrenta a un monstruo muy duro de pelar, además de algunas traiciones por parte de nobles celosos de su reina.

Si bien antes he mencionado las novelas de Edgar Rice Burroughs y la saga Star Wars, no puedo entrar aquí en las influencias anteriores y posteriores de este cómic. Por citar un ejemplo, el caso del malvado dictador Ming, inspirado en el personaje de Fu Manchú (ver esta entrada en la muy interesante TV Tropes) de las novelas políciacas de Sax Rommer de principios de siglo pasado. Como anécdota, este maligno personaje también fue inspirador del Mandarín, el archienemigo de Iron Man (me refiero al cómic, no a la ridiculez que mostraron en la última película de cabeza de lata).

En conclusión, como amante de la ciencia ficción le tenía ganas a este comic, principalmente por su indudable papel en la historia del género fantástico. Si os atrevéis con su lectura, ésta debe plantearse como un deleite paciente y metódico, puesto que su ritmo se encuentra a años luz de cualquier cómic actual, además de lo repetitivo de sus argumentos. Pienso que no debemos juzgar esta obra fuera del contexto social de su época y de su formato de publicación. Por lo menos en mi caso prefiero respetar el momento en que fue creada, el público al que iba dirigida y lo que nos ha aportado este gran clásico que nació como una simple tira de periódico para proporcionar unos instantes de entretenimiento y que ha acabado convertido en un gran icono del fantástico.

Podéis complementar esta reseña con estas otras que he encontrado en la red:

La reseña de Rafael Marín en la página Bibliópolis: crítica en la red.

- Reseña en la Zona Negativa.

- Página de la wikipedia (en inglés, bastante más completa que en castellano) con todas las versiones en comic y diversos medios.

2 comentarios:

  1. Gracias por la entrada! Aunque hoy en día cueste de creer, en su momento trabajar para la prensa era lo máximo. Los comic books estaban prácticamente en pañales, eran burdos, en los años 30, y en los 40, donde debido a la segunda Gran Guerra hubo incluso restricciones de papel. Pese a las limitaciones de la publicación era considerada la "gran liga", pues la prensa ofrecía un trabajo a medio/largo plazo bien remunerado.

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  2. Vaya, pues lo desconocía. Y creo que esto le da más mérito al trabajo de Alex Raymond.

    Muchas gracias por tu aportación :-)

    Carlex.

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