Machistas, arrogantes,
racistas, maniqueos, militaristas; sobran epítetos para definir los cómics
originales de Flash Gordon, escritos
y dibujados en los años treinta y principios de los cuarenta del siglo pasado…
pero también puedo afirmar que he disfrutado con la lectura de la obra de Alex Raymond.
Utilizando una expresión de
moda: ¿Placer culpable? Entiendo que no tiene por qué.
No voy a extenderme aquí, existen buenas reseñas como las que podéis consultar
al final de esta entrada, simplemente comentar en una pincelada la lectura de
este clásico, que por cierto es uno de los inspiradores directos de la renacida
saga Star Wars, como bien dijo en su
momento el venerado (y ahora un poco vapuleado) San Lucas.
El cómic es una space opera en el sentido primigenio del
término. Digamos que relatos como estos la inventaron, algunos en formato
novela como las aventuras de John Carter
en Marte, de Edgar Rice Burroughs (sin duda una importante fuente de
inspiración de la obra aquí tratada) y otros en formato cómic y en serial
cinematográfico, como Flash Gordon.
Porque, como es sabido, Flash Gordon ha sido adaptado en
diversas ocasiones a la gran pantalla: primero, en seriales cinematográficos, que
también se ofrecían por entregas semanales como aperitivo a un largometraje
posterior. Los DVDs corren por casa: me refiero a la etapa de Larry Buster Crabbe: tiene su gracia
visionarlos, aunque se repiten tanto o más que el cómic. Y como sabéis también existe
la adaptación al cine de 1980, aprovechando el tirón cienciaficcionero de la propia Star
Wars; y además de una serie de dibujos animados, y hace unos pocos años también una serie con actores adolescentes reales que al parecer
pasó con bastante más pena que gloria. Pues mira, me acabo de enterar que uno
de mis directores favoritos, Matthew Vaughn (Stardust, Kingsman) está en negociaciones para dirigir una nueva
adaptación cinematográfica del personaje. Yo no sé vosotros, a mí me encantaría
ver esta nueva versión las aventuras de nuestro héroe.
Un inciso, sobre los
personajes femeninos: el papel fuerte es para las voluptuosas reinas que
lideran los pueblos guerreros del planeta Mongo, aunque todas caen rendidas a
los pies de Flash, deseando convertir a nuestro héroe en consorte.
Incluso la propia hija del malvado Ming cae en sus brazos.
Sobre el aspecto narrativo y
artístico, a lo largo de la lectura, que en la edición de editorial Planeta se
divide en dos tomos: 1934-1939 y 1939-1945 (en realidad Alex Raymond abandonó
el cómic en 1944 para alistarse a los Marines,
en plena II Guerra Mundial), se puede observar una clara evolución en el
dibujo hacia la estética que ha perdurado e influido hasta la actualidad; y algo
menos en los guiones, con algunos arcos argumentales prolongados (repitiendo,
eso sí el esquema antes mencionado). Por ejemplo -modo nostálgico ON por
haberla leído en mi infancia- me ha encantado la etapa del reino de Frigia, en
la que durante unas cuantas páginas se enfrenta a un monstruo muy duro de pelar,
además de algunas traiciones por parte de nobles celosos de su reina.
En conclusión, como amante
de la ciencia ficción le tenía ganas a este comic, principalmente por su
indudable papel en la historia del género fantástico. Si os atrevéis con su
lectura, ésta debe plantearse como un deleite paciente y metódico, puesto que
su ritmo se encuentra a años luz de cualquier cómic actual, además de lo
repetitivo de sus argumentos. Pienso que no debemos juzgar esta obra fuera del
contexto social de su época y de su formato de publicación. Por lo menos en mi caso
prefiero respetar el momento en que fue creada, el público al que iba dirigida y lo que nos ha aportado este gran clásico que nació como una simple tira de
periódico para proporcionar unos instantes de entretenimiento y que ha acabado
convertido en un gran icono del fantástico.
Podéis complementar esta
reseña con estas otras que he encontrado en la red:
- La reseña de Rafael Marín en la página Bibliópolis: crítica en la red.
- Reseña en la Zona Negativa.
- Página de la wikipedia (en inglés, bastante más completa que en castellano) con todas las versiones en comic y diversos medios.
- Reseña en la Zona Negativa.
- Página de la wikipedia (en inglés, bastante más completa que en castellano) con todas las versiones en comic y diversos medios.
Gracias por la entrada! Aunque hoy en día cueste de creer, en su momento trabajar para la prensa era lo máximo. Los comic books estaban prácticamente en pañales, eran burdos, en los años 30, y en los 40, donde debido a la segunda Gran Guerra hubo incluso restricciones de papel. Pese a las limitaciones de la publicación era considerada la "gran liga", pues la prensa ofrecía un trabajo a medio/largo plazo bien remunerado.
ResponderEliminarVaya, pues lo desconocía. Y creo que esto le da más mérito al trabajo de Alex Raymond.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu aportación :-)
Carlex.