Os presento mi primer relato. Como veréis tiene un historial un poco largo.
Hace
ya unos cuantos años se me ocurrió en un sueño, en
una de esas raras ocasiones en que te desvelas y consigues recordar
lo que estabas soñando. Al momento me levanté y escribí unas
cuantas notas en el ordenador. Un tiempo después, participando en un
taller literario, rescaté la idea y escribí el relato.
Por
aquella época recuerdo que lo presenté a una conocida antología
(en castellano) y fue aceptado, pero después de muchas demoras y
problemas en la publicación, descubrí que el relato no había sido
incluido. Recuerdo que también lo presenté a otro concurso (esta vez en
catalán) y no fue elegido entre los finalistas. Después de esto lo dejé abandonado en el disco duro de mi ordenador.
Han
pasado unos cuantos años desde entonces. Lo he releído y descubro
que me sigue gustando. Aunque, eso sí, visto con la perspectiva
actual ha necesitado una revisión a fondo. Finalmente me decido a
publicarlo en el blog, no sin cierta aprensión pero a la vez con la
ilusión de compartirlo con todos vosotros. Ya sabéis, si alguien se
anima a comentarlo, tomaré un poco de mi propia medicina ;-)
En
fin, espero que lo disfrutéis.
Carles.
El
proyecto ALGIA
Cuando
me avisaron yo me encontraba como muchos otros estudiantes al salir
de la universidad: tenía en el bolsillo un título, que en mi caso
indicaba Ingeniero
técnico en informática de sistemas,
pero no me convencía ninguna de las expectativas que tenía a la
vista. En esos momentos lo más pragmático era abusar un poco más
del bolsillo de mis padres y apuntarme a algún posgrado, de esos tan
prestigiosos que seguro encuentras muchas salidas laborales.
Ningún problema respecto a ellos: estarían encantados de continuar
pagando, orgullosos de su hijo que se prepara para el día de mañana.
Estaba considerando seriamente esta opción cuando me llamaron para
una entrevista de trabajo de un proyecto científico.
La
verdad es que fue una sorpresa que me seleccionaran. Para mí esto
suponía una forma de salir del sopor pos-universitario en que me
encontraba sin asumir un compromiso excesivamente largo y, lo que era
más importante, una forma inesperada de obtener algunos ingresos.
Incluso yo que soy como una gran sanguijuela que no para de succionar
la renta familiar encontraba reparos a lo de continuar exprimiendo
tanto dinero de mis padres. Aún recuerdo lo primero que se me pasó
por la cabeza: Podré
comprarme un coche de segunda mano.
Por otro lado, confieso que habían despertado mi curiosidad. Después
de todo, las palabras proyecto científico no sonaban tan mal.
Una
vez firmado el contrato, acuerdo de confidencialidad incluido, me
explicaron que el proyecto ALGIA consistía en una investigación
médica pionera en el mundo: básicamente, se proponía experimentar
una manera de visualizar el dolor humano.