XIV Premio de Narrativa de ciencia ficción Manuel de Pedrolo, Ciutat de Mataró, 2012
Debo
confesar que en la presentación de esta novela en la pasada III
Trobada de Ciència-Ficció, Fantasia i Terror Eclèctica
pensé que Jordi Gimeno, en su afán de dar a conocer su obra, nos
estaba proporcionando demasiada información de la misma, por lo que
decidí desconectar a media presentación. El caso es que estaba
equivocado por que El
somriure d'un eco
(La sonrisa de un eco) tiene mucha tela. Particularmente porque la premisa fantástica es sólida
y se nota que las posibilidades del argumento han sido muy trabajadas
por el autor. Además, pienso que es una mezcla de ciencia ficción y
novela negra muy lograda.
Presentación del libro, A.Munné Jordà y Jordi Gimeno |
Al
igual que hizo en su exposición, nada más empezar la novela el
autor ya pone algunas cartas sobre de la mesa: ¿Os habéis fijado en
el lugar preeminente que se le dedica a la televisión en muchos
hogares? Pues en un futuro medioambientalmente desastroso, en el que
salir a la calle solamente supone sufrir incomodidades y riesgos,
lo será la tecnología del rombódromo. El rombódromo es un
dispositivo multimedia, de red, 3D y muchas cosas más; resumiendo,
que proporciona unas sensaciones mucho más intensas que nuestra TV u
ordenador. En el mundo que nos presenta el autor está presente en
todas partes, de forma que todos los hogares tienen un techo en forma
de cúpula característico de este dispositivo.
Dentro
de esta tecnología se desarrolla otra, la de los ecos
que da nombre a la novela. La concepción de los ecos
se basa en una idea sencilla, cienciaficcionalmente
hablando: todos nosotros dejamos un rastro digital en forma de
llamadas, imágenes y vídeos, registros de todo tipo, públicos y
privados; o bien de nuestra participación en redes sociales, foros,
etc. La tecnología eco
permite recopilar toda esta información biográfica para ofrecer una
simulación de la persona que previamente ha contratado este
servicio. Esta simulación se activará una vez haya muerto para
disfrute
de sus herederos.
Este
es pues el marco de referencia, la contraportada nos explica el
descenso al infierno del inspector Guiu Montal, un policía del
futuro adscrito a la Ecomisaría, una unidad dedicada a a investigar
los delitos relativos a la tecnología eco, que permite a los vivos
interaccionar con los muertos. Pues
sí, el inspector Montal se encuentra en una etapa de su vida en la
que si mira hacia adelante no ve nada bueno y para atrás todo son
malos recuerdos y oportunidades perdidas. Y
ante todo el
hecho que nunca ha superado la pérdida de su amada.
Así,
la novela se centra en la vivencia del inspector Montal, quien nos
relata en primera persona y con un talante típico del género negro
la historia que nos quiere contar, a la vez que nos muestra su
cinismo extremo para con su profesión, en realidad para con todo lo
que le rodea, lo cual no deja de proporcionarnos algún momento
hilarante. A través de la mirada de Guiu Montal conoceremos el resto
de personajes, de los que se puede decir que casi todos están
correctamente planteados. En general opino que Gimeno escribe con
solvencia, sobretodo la vertiente negra de la novela.
A
destacar la gente adinerada con la que ha de tratar el inspector en
el transcurso de su investigación, otro tema recurrente del género
negro. Por descontado en el mundo devastado del futuro las
diferencias entre ricos y pobres se mantendrán como siempre. En el
transcurso de su investigación el inspector deberá relacionarse con
gente acostumbrada a hacer lo que quiere, que vive en un mundo
diferente y que piensa en términos diferentes a las personas
normales, de las que continuamente se marcan distancias. Y no podía
ser de otra forma, en el caso de los ecos
también hacen un uso distinguido
de
esta tecnología.
Lo
anterior me recuerda el episodio de la visita del inspector a la
testigo Cati Born, quien se muestra muy contrariada con las preguntas
del inspector. Durante el interrogatorio el rombódromo de la Sra.
Born ofrece una vista típica de una localidad costera -un paisaje
imposible en el futuro de la novela- que irá cambiando con el humor
de la entrevistada; empieza con un día soleado que se convertirá en
tempestad conforme avanzan las preguntas del inspector. Memorable.
Tanto
por el conjunto como por detalles como el anterior me lleva a pensar que
la construcción de la novela y el desarrollo de la trama están bien
planteados. El autor intercala episodios de relato con otros de puro
diálogo, teatralizados
podría decirse, en que se nos muestran
algunos ejemplos del funcionamiento de la tecnología de los ecos o
bien momentos clave en el desarrollo de la trama. Aparte de la
explicación de partida comentada antes, otra cosa que llama la
atención es cómo Jordi Gimeno continuamente te está anticipando el
final. Con esto consigue alimentar la trama mientras que en realidad, claro está, no te lo esperas: podríamos decir que es un
final de ciencia ficción clásica, el cual puede que no sea tan
impactante como pretendía el autor pero que tampoco desentona con el
conjunto.
Portada de El somriure d'un eco (Pagès editors) |
También
le encuentro defectos de planteamiento. Hay algunas
simplificaciones sobre la tecnología y el entorno en el que se
desarrolla la novela que le restan verosimilitud. En parte quedan
justificadas por el hecho que la novela se centra en el aspecto
especulativo o social antes que el hard,
aunque este también está presente a mi entender. Pero en conjunto
no se puede evitar una sensación de todo
queda en casa,
justo al contrario del mundo globalizado y complejo en el que
vivimos. ¿Podría ser que el colapso climático aludido implique una
reducción de la población? En todo caso el autor no lo aclara.
Por
otro lado la novela no entra en ningún momento en una crítica moral
pero creo que es algo inherente al argumento. Mejor dicho, que es
inherente a ambos géneros: en el caso de la ciencia ficción se
exagera una tendencia que ja es patente hoy en día para destacar sus
efectos, justo al contrario que la novela negra... que nos explica
que hay cosas que nunca cambian. Se da por hecho que las grandes
corporaciones que dominan la información: ya sean las telecos,
los mass
media o
en este caso un gigante de la tecnología eco
pueden jugar con nosotros como el gato juega cruelmente con los
ratones que acaba de cazar; todo para satisfacer sus intereses. O lo que es lo
mismo, para satisfacer los intereses de la gente poderosa que las
dirige.
En
este sentido los ecos
pueden devenir una tecnología alienante y vejatoria, siendo una
hipérbole -o no tanto- de algunas de las actuales: el gran poder de
una compañía telefónica, el omnipresente Facebook... Son
herramientas que hoy en día nos vienen casi impuestas. De la misma
manera con los ecos
uno puede estar obligado por contrato a recibir sus servicios, por
más indeseables que sean (el caso de una viuda que continuará
aguantando el eco
de su insoportable marido por el resto de su vida).
Un
aspecto que particularmente me ha gustado es que la novela no cae en
la trampa de darse demasiada trascendencia: es una estúpida
tecnología, nada más. El autor no se refiere en ningún momento a
inteligencia artificial ni a máquinas conscientes, ni tampoco a
emulaciones informáticas de personas, a pesar de que el relato
continuamente te lo hace pensar. Los ecos hacen compañía,
aconsejan, incluso riñen y hacen de confesionario; pero no son nada
más que una simulación compleja. ¡Y el juego que esto da! El autor
no deja de sorprendernos con aspectos inesperados de esta tecnología.
Por
el mismo motivo, puesto que se trata de una buena obra de ciencia ficción a mi me produce más preguntas: los ecos podrían
suponer un cambio revolucionario en nuestra sociedad, sobre como
vivimos el luto y el recuerdo de nuestros difuntos; pero pensándolo
mejor -ahora me toca a mi hacerme el cínico- solamente se trataría
de un cambio de hábitos de consumo... Por otra parte, acabada la
novela te planteas si todo esto -el futuro tratado en la novela,
nuestro presente actual- no está conduciendo nuestra sociedad, o
bien la humanidad en conjunto, hacia un callejón sin salida.
Para
terminar, por experiencia no soy muy amigo de las mezclas de géneros
pero en este caso lo encuentro francamente fascinante, porque al
autor le permite abordar su especulación de futuro desde dos
perspectivas diferentes: la ciencia ficción enfatiza en los efectos
de la tecnología de los ecos tiene en las personas y la novela negra
por su parte lo hace buscando la debilidad y la corrupción
inherentes a la naturaleza humana y por tanto la tentación de hacer
un uso indebido de la tecnología eco,
ya sea en el pasado, el presente o en el futuro que nos presenta la
novela.
Le
pregunté a Jordi Gimeno si continuaba escribiendo y me dijo que sí,
que estaba acabando una novela negra. Bien por los aficionados a este
género pues, y mal para los de la ciencia ficción. En todo caso,
sin haber leído ningún otro trabajo candidato al Pedrolo,
El
somriure d’un eco
me ha parecido una novela merecedora de este premio.
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