Space opera clásica y moderna
El subgénero de space opera es, ante todo, ciencia
ficción sin complejos.
Lo digo y lo
justifico porque creo que su principal pretensión es entretener. Esto no quiere
decir que no entre en especulaciones científicas o de futuro, como se hace en
otras ramas de la ciencia ficción, pero siempre al servicio de la aventura que
nos es contada.
Haciendo un poco
de memoria y un mucho de síntesis la space
opera nace al mismo tiempo que la ciencia ficción, o mejor dicho coincide
con los orígenes pulp de ésta. El
término lo acuñó el escritor Wilson Tucker (1914-2006) como una referencia
despectiva hacia las aventuras espaciales (operetas) y a sus clichés (romance,
bueno/malo, etc.), pero con el tiempo el concepto ha evolucionado hasta hoy en
día que se considera un subgénero más, el cual en las últimas décadas ha tenido
un auge importante.
Por definición,
las historias de space opera hacen un
uso superficial de la ciencia, podríamos decir que a modo de ambientación.
Podemos hacer la prueba de si los argumentos pueden ser trasladados a otro
lugar: pongamos por caso a un universo de fantasía, o a un período de nuestra
historia. Por ejemplo, el argumento de Star
Wars podría trasladarse tranquilamente: granjero que deviene héroe, la
princesa, el tirano, un arma/ejército diabólicos y la causa justa/verdadera. Cambiamos ciencia por magia o
superstición y ya está. En otras palabras, la premisa cienciaficcional no es determinante para el desarrollo de la
historia.
Sin embargo la space opera moderna alcanza una riqueza
que sobrepasa esta definición original. En ella se mezclan especulaciones
científicas avanzadas y que además provienen de muy diversas disciplinas. Así,
el lector de Casa de Soles se
encontrará con viajes interestelares, teoría de relatividad, teletransportación, animación suspendida,
ingeniería genética, nanotecnología, inteligencia artificial, transhumanismo…
¡Ah! y también androides como en Star
Wars. Todo esto hace más difícil trasladar la historia a otro ámbito puesto
que se entra continuamente en especulaciones científicas y por más que la
ciencia sea tratada superficialmente, está muy imbricada en la narración. Lo único
que permanece es el sentido de aventura y algunos conceptos inherentes a lo que
se ha llamado novela romance.
En fin, que no me
enrollo más. Casa de Soles es mi
segundo libro de Alastair Reynolds. El primero fue Espacio revelación, leído hace ya bastantes años y en su momento
recuerdo que me gustó, por lo que ya tenía ganas de volver a leer algo más de
este autor (la verdad es que esta novela hace años que corre por casa,
pendiente en la famosa #pila).
Por otra parte
compruebo en Goodreads que es su obra más valorada por los lectores. Ha sido una buena elección, pues. Aunque
como podéis ver en la otra reseña, Pushing Ice (no traducida al castellano) también es una buena opción para disfrutar de este autor.
Casa de Soles, de Alastair
Reynolds
Dentro de seis
millones de años nuestra Vía Láctea
estará poblada por muchas civilizaciones, las cuales, en un abrir y cerrar de
ojos de tiempo galáctico, surgirán y se
extinguirán continuamente. Sin embargo algunos colectivos resisten el paso del
tiempo. Se trata de las llamadas Líneas,
cuyo origen se remonta al mismísimo planeta Tierra. Los amantes Purslane y
Campion pertenecen a la Línea Gentian
cuya especialización es construir presas estelares, es decir presas de
contención para estrellas inestables que amenazan en convertirse en supernova.
Nuestra aventura empieza cuando Purslane, Campion y la Línea Gentian deberán afrontar un desafío que pondrá en jaque todo
lo que conocen.
Casa de Soles es una space opera moderna
y como tal da un montón de cosas
por sentadas: por supuesto que existe el viaje
interestelar, por descontado que los humanos han colonizado la galaxia, es un hecho… Es decir, la novela se asienta en recursos propios de
la ciencia ficción, se basa en cosas que ya se han tratado -de mil maneras
diferentes, eso sí- a lo largo de casi un siglo de tradición del género. Esto
no quiere decir que no tenga un planteamiento original, todo lo contrario:
precisamente lo anterior le permite crear un universo complejo a la vez que
coherente dentro del marco de referencia ficcional creado por el autor.
Portada original, 2008 |
Como podéis ver
estamos hablando de una novela cuya acción transcurre a nivel galáctico. Una de
las cosas con las que más consigue maravillarnos Alastair Reynolds es la escala
en la que juega. Todo es grande: viajes de un extremo a otro de la galaxia,
acontecimientos desde la perspectiva de millones años. Las presas espaciales
que son casi una esfera de Dyson.
Incluso las naves espaciales que nos describe son inmensas, como la Silver Wings of Morning que es la nave
personal de Purslane.
Por otra parte,
como algo típico de la space opera,
la novela salta de gestas espaciales a asuntos de -por decirlo así- cantina
situada en planeta periférico. Trata con personajes de carne y hueso (también
es un decir) y sus acciones afectan al curso de los acontecimientos a escala galáctica. Los temas
de siempre están aquí: naves y batallas espaciales, seres extraños, aventura y
descubrimiento, romance, traición... contados de una manera más sofisticada que
las historias de antaño, pero que en esencia son lo mismo: space opera, la primera ciencia ficción conocida como tal.
La novela y el escritor
Casi no hace
falta decir que la space opera no tiene porqué estar reñida con la calidad, pero en nuestro caso creo que
podemos calificar esta novela como una forma sofisticada de entretenimiento.
Si he de destacar algunas virtudes, creo que se trata de un gran trabajo imaginativo.
El worldbuilding (o en este caso, el galaxybuilding) es magnífico, por los
detalles y sobre todo por la coherencia que muestra a lo largo de la novela.
Además, consigue sorprender por el tratamiento de algunos temas clásicos
reimaginados, por ejemplo cómo superar la limitación de la velocidad de la luz.
En realidad puede
aplicarse aquí la conocida regla de la narrativa: no expliques, sugiere. De la
misma manera no cuentes como funciona un motor espacial o cómo una estrella se
convierte en supernova; sugiérelo, deja que la imaginación del lector haga
el resto. Esto es algo que tienen en común los tres grandes maestros de la llamada new space opera: el malogrado Iain
Banks, Peter F. Hamilton y el propio Alastair Reynolds: nos cuentan maravillas,
pero lo que nos sugieren supera lo que contiene la letra impresa.
Por otra parte,
también le encuentro defectos: La trama está correctamente resuelta, pero hay
un relato intercalado con el argumento principal que es pertinente pero a la
vez descompensa el conjunto. Respecto a los personajes, están planteados
suficientemente, si consideramos que están -como todo lo demás- al servicio de
la aventura.
Para terminar,
sólo a modo de anécdota: siempre me ha fascinado el nuevo vocabulario que inventan
los escritores de ciencia ficción. Un ejemplo en
nuestro caso: la tecnología impassor,
que viene a
ser un campo de fuerza que aisla a objetos y personas del deterioro
por el paso del tiempo. En la traducción española se ha traducido como éstasis.
A mi me habría gustado ver el término original, procedente del galicismo impasse, que es un término también
utilizado en castellano (pero que académicamente no es aceptado). En mi opinión se debería haber respetado el palabro del autor.
En fin, este tipo de aquí al lado es
Alastair Reynolds, el escritor de un millón de libras. Si me permitís describir este autor en una palabra esta
sería: competente. Y en dos, muy competente. Espero que en esta entrada
conjunta con el muy recomendable blog Dreams of Elvex hayamos conseguido dar una impresión de la obra de este autor; y a
los que ya lo conocíais, aquí tenéis nuestra opinión sobre dos de sus mejores
novelas.
Pues me parece una entrada muy buena. Siempre se asocia el space opera con obras menores, pero no está reñida con la calidad literaria. No conocía tu blog, me quedo de seguidora y te invito a que te pases por mi blog si te apetece.
ResponderEliminarUn abrazo.